El Gobierno australiano se ha encontrado ante un gran dilema desde que el nuevo partido Una Nación, de Pauline Hanson, obtuvo la cuarta parte de los votos en las elecciones de Queensland en junio. Su éxito en Queensland y su repercusión general en toda Australia, como dan fe las encuestas de opinión, revelan que el número de australianos que no confiaban o creían en los partidos oficiales eran más numerosos de lo que las estadísticas en las tendencias de la opinión pública habían imaginado en sus peores sueños.
La simplicidad de sus mensajes sobre la raza y la economía, así como su rechazo de mujer llana de los principios multiculturales que han prevalecido en Australia durante los últimos 25 años, amenazan tanto a la coalición conservadora gobernante de los partidos Liberal y Nacional como a la oposición laborista.
El partido Una Nación recoge los votos de ambas partes del espectro político, aunque el mayor problema lo tienen los partidos conservadores, que ven que Hanson puede privarles de la victoria en las elecciones generales (...).
Esta será la más importante elección que deberá tomar Australia durante muchos años. Nadie duda de que el primer ministro espera que el argumento más convincente es que será mejor tener en l poder a la derecha y no a la izquierda en épocas de dificultad económica.
31 de agosto
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 1 de septiembre de 1998