El anuncio en televisión empieza con varias voces elogiando el maravilloso automóvil nuevo del director general. Hasta aquí todo es normal, pero aparece un personaje siniestro, un presidente envidioso, que apuñala con saña y violencia las ruedas del vehículo. El publicista podría haber encontrado una fórmula humorística que resaltara los inconvenientes de adquirir un coche mejor que el del jefe, ahorrándose las cuchilladas y evitando dar ideas a otros navajeros.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 7 de septiembre de 1998