El Partido Republicano, siguiendo las directrices de Newt Gingrich, líder de la mayoría republican en la Cámara de Representantes, continuó ayer con una actitud discreta, moderada y respetuosa para con el presidente. Gingrich pidió el jueves a todos los congresistas republicanos que se abstengan de "ataques personales" a Bill Clinton. Y el sábado, aunque dijo que los detalles sexuales y las acusaciones del informe de Kenneth Starr son "profundamente perturbadores", puso el acento en la defensa de Clinton: "Tiene el derecho y tendrá la oportunidad" de rebatirlo punto a punto.La moderación viene siendo la regla general de conducta republicana desde enero. Es obvio que los republicanos, en cuyas filas son mayoritarios los defensores de posiciones políticas y religiosas muy conservadoras, se alegran de las dificultades del presidente, pero han optado por dejar que éste se hunda solo. Los norteamericanos reaccionarían mal a toda precipitación.
Una imagen de imparcialidad y respeto, dicen las encuestas, no puede sino favorecer las aspiraciones de los republicanos a revalidar su actual mayoría en las dos cámaras del Legislativo en las elecciones de noviembre. A partir de entonces conducirán los trabajos del proceso de impeachment con un ojo puesto en los índices de popularidad de Clinton.
Aunque aún faltan dos años, los republicanos también empiezan a vislumbrar su victoria en las próximas presidenciales. No tienen ningún interés en que Al Gore acceda ahora a la Casa Blanca y desde allí se labre una imagen de hombre de Estado que le conduzca a una victoria en el 2000. De seguir las cosas como están, con un Clinton acorralado y un Gore perseguido por el escándalo de la financiación de la campaña de 1996, el próximo titular de la Casa Blanca sería un republicano.George Bush, gobernador de Tejas e hijo del ex presidente del mismo nombre, es en estos momentos el caballo ganador republicano.
En las dos últimas semanas, las principales críticas a Clinton han procedido de sus correligionarios demócratas, como los senadores Joseph Lieberman; el gobernador de Maryland, Parris Glendening, y su pariente político Barbara Boxer. Y de líderes religiosos, incluido el de la Iglesia baptista, a la que pertenece el presidente.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 14 de septiembre de 1998