La imagen fue histórica, un anhelo para la minoría católica del Ulster, deseosa de unirse a Irlanda, y un dolor para la mayoría protestante, fundamentalmente unionista.Un centenar de soldados británicos abandonaron ayer la base de Aldergrove, en Irlanda del Norte, para regresar a suelo de Gran Bretaña. Un gran gesto por parte de Londres hacia los católicos, justificado por el descenso de la violencia y que implicará a 400 soldados. Los protestantes esperan ahora otro gesto: el inicio del desarme del IRA. El primer ministro irlandés, Bertie Ahern, y la titular británica para Irlanda del Norte, Mo Mowlam, analizaron ayer en Dublín la estrategia a seguir sobre la entrega de armas de los grupos paramilitares. Las conversaciones se centraron en las dificultades que afronta el proceso de paz por la falta de acuerdo sobre la fecha para el comienzo de la entrega de armas de los grupos paramilitares norirlandeses y que amenaza con paralizar el reparto de puestos ministeriales en la Asamblea del Ulster.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 24 de septiembre de 1998