La primera manifestación de progreso real en la ordalía de casi una década sobre el caso de Salman Rushdie emergió anoche en Londres cuando el escritor acusado de blasfemia por todo el mundo musulmán admitió haber tomado contacto con el ministro de Exteriores británico, Robin Cook. Tanto el Gobierno de Londres como las autoridades iraníes y el novelista condenado a muerte en 1989 por el difunto patriarca de la revolución islámica, el ayatolá Jomeini, esperan que la Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York provea de un foro para una decorosa reconciliación.El día clave para Rushdie es hoy. En Nueva York, Robin Cook, el canciller británico, y su homólogo iraní, Kamal Jarrazi, sostendrán un encuentro privado en el ámbito del cónclave de la ONU. Ambos representan fuerzas ansiosas por pasar la página del caso Rushdie. En el caso de Irán, la fatwa, o decreto religioso que condenó a muerte a Rushdie por sus Versículos Satánicos ha perdido vigencia. En el caso de Londres, la condena es obsoleta, impracticable y ofensiva al principio de libre expresión. Terreno existe por el interés común de poner punto final al drama porque ambas partes arden en deseos de hacer negocios.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 24 de septiembre de 1998