La violación de una vendedora de flores, de 13 años, por parte del director de una fábrica de la policía armada, en la región china de Guangdong, ha provocado una oleada de indignación y críticas de la prensa local, en desafío a las advertencias de la censura. Según la acusación, el presunto violador, identificado como Cai Shangbin, cometió el crimen en el servicio público de un karaoke, en presencia de al menos tres testigos, entre ellos un juez. A pesar de la reciente campaña de la censura para limitar la cobertura del aumento de crímenes violentos en la región, uno de los motores económicos de China, todos los medios locales se han lanzado sobre el caso, considerado un ejemplo de la habitual impunidad de los funcionarios.De hecho, Cai Shangbin no fue detenido, sino que se entregó voluntariamente a las autoridades, cuando el escándalo empezó a salpicar a la Policía Armada, un cuerpo militarizado de enorme poder en China. El ejército y la Policía Armada poseen gran número de empresas no relacionadas con la defensa y considerable influencia política en China, y fueron el objetivo de una campaña contra la corrupción y el contrabando en junio pasado, lanzada por el presidente chino, Jiang Zemin.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 29 de septiembre de 1998