El fragmentado mapa electoral vasco, a falta de su revisión el día 25, obliga a una coalición de tres partidos para gobernar con mayoría absoluta en el Parlamento.Es lo que ha venido sucediendo desde 1987. El PP y los socialistas están agitando el riesgo de que se forme un tripartito nacionalista PNV-EA-HB. Una posibilidad que el PNV se esfuerza en rechazar argumentando, de forma motivada, la trayectoria antiinstitucional de la formación radical.
Aunque en Euskadi no puede descartarse nada, la fórmula mixta de nacionalistas y socialistas vuelve a anticiparse como la más viable e integradora. Sin embargo, exigirá tiempo y olvido. La salida del PSE del Gobierno vasco el pasado 1 de julio, después de que el PNV volviera a votar junto a HB para impedir que el nuevo Reglamento parlamentario exigiera el acatamiento de la Constitución, ha dejado heridas en ambos partidos. Pero el mayor obstáculo será conciliar las exigencias de lealtad constitucional que plantea Nicolás Redondo como condición con los compromisos asumidos por el PNV con los firmantes de la Declaración de Lizarra.
Por ello, la hipótesis de un gobierno minoritario PNV-EA con apoyos externos o abstenciones estratégicas de HB o IU aparece como una variable factible a corto plazo. Al menos, hasta que las elecciones municipales y forales de junio demanden pactos más amplios en Euskadi. Por lo demás, la sucesión de consultas -catalanas, municipales y autonómicas, y generales- en poco más de un año no propicia el clima de sosiego que requieren las cuestiones puestas sobre la mesa vasca.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 9 de octubre de 1998