Agentes de la Policía Nacional abordaron en la madrugada de ayer a dos lanchas frente a la playa alicantina del Carabassí. En ellas encontraron un total de 1.000 kilos de hachís. El objetivo de sus ocupantes era desembarcar el cargamento en dicha playa, donde les esperaban sus secuaces con dos furgonetas que ya albergaban en su interior una tonelada de resina de cannabis cada una. Siete personas fueron detenidas en esta operación.
Pese al éxito obtenido, no todos los narcotráficantes cayeron en manos de la Policía, puesto que en el desembarco estaba implicada una tercera lancha, que consiguió darse a la fuga. Fuentes de la Comisaría de Alicante aseguraron ayer que sus agentes están rastreando su paradero. El lugar y la hora elegidos para la entrega eran propicios para la discreción de la operación, ya que el Carabassí es una playa poco visitada, muy alejada del núcleo urbano de Alicante y abrigada por un acantilado en cuya cima hay una urbanización residencial. Una zona tranquila a una hora intempestiva, pero sometida a la vigilancia de los agentes, que conocían la cita a través de la investigación llevada a cabo conjuntamente entre las comisarías alicantina y malagueña. Incautaciones como la de ayer revelan, una vez más, que los narcotraficantes que operan en las costas alicantinas han adoptado los métodos de trabajo de sus colegas encargados de introducir droga y material de contrabando en Galicia. Dicho modus operandi consiste en la distribución del cargamento, que transporta un buque de mayor calado, entre varias lanchas rápidas que se encargan de hacer la entrega. Este método reduce las posibilidades de que, en caso de captura, la Policía consiga hacerse con todo el alijo. Además, debido a las altas velocidades que alcanzan estas embarcaciones ligeras, los traficantes disponen de mayores posibilidades de huida ante una eventual persecución por parte de las potentes lanchas patrulleras que emplean los guardacostas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 13 de octubre de 1998