En el campo económico, la demanda de proteccionismo frente a la competencia extranjera siempre encubre intereses muy particulares y, en el caso de ser atendida, resulta perniciosa para la sociedad en su conjunto. El fútbol no es una excepción, sobre todo si tenemos en cuenta que, en la actualidad, este deporte ha alcanzado una dimensión mundial (globalización). A los futbolistas nacionales que se alarman ante la presencia de tantos extranjeros, y que vaticinan el desastre para la selección española, yo les preguntarí por qué, a efectos de empleo, no piensan en un mercado internacional. Si se consideran iguales o mejores que los extranjeros, ¿por qué no aprovechan la movilidad internacional y se hacen contratar por equipos de más allá de nuestras fronteras?
La libertad de contratación internacional ha hecho que los mejores jugadores de Francia y de Brasil esten jugando en equipos extranjeros. Y esto no ha impedido, sino más bien todo lo contrario, que las selecciones de estos países hayan sido las mejores en el Campeonato Mundial de fútbol disputado el pasado verano.-
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 23 de octubre de 1998