Abel Matutes dejó para el último momento su encuentro con varios disidentes. Pero no lo hizo a escondidas. Por el contrario, le dijo al propio Fidel Castro que los iba a ver durante la entrevista que mantuvieron ambos por la noche en el Palacio de la Revolución. Y no pasó nada. También le habló, con nombres y apellidos, de los cuatro miembros del Grupo de Apoyo de la Disidencia Interna (Vladimiro Roca, Marta Beatriz Roque, Félix Bonne y René Gómez Manzano) que se encuentran detenidos desde hace 14 meses acusados de sedición y aún no han sido juzgados. Y tampoco ocurrió nada. Algo que nadie hubiese sido capaz de prever hace tan solo seis meses.
Matutes escogió la última mañana en Cuba para escuchar a la oposición. Lo hizo en la Embajada de España en La Habana, que está situada sólo por casualidad en la calle de la Cárcel, frente al Castillo del Morro. Los disidentes convocados fueron el socialdemócrata Elizardo Sánchez, el democristiano Osvaldo Payá, el defensor de los derechos humanos y ex compañero de Fidel Castro, Gustavo Arcos, y el disidente Leonel Morejón, quien fue excarcelado a principios de año como gesto hacia el Papa. Todos son de tendencia moderada.
Payá le expresó a Matutes su preocupacion por el cambio de rumbo de las relaciones hispano-cubanas, que a su juicio son ahora excesivamente complacientes. "Los ciudadanos cubanos deben tener el derecho y la posibilidad de participar en las relaciones entre España y Cuba, según los derechos humanos y civiles que tanto en España como en la UE se defienden", dice Payá en una nota que le entregó a Matutes, ante quien se quejó también de que las autoridades cubanas le hayan negado el permiso para viajar a España para participar en un encuentro de la Internacional Democristiana, al que había sido invitado por Josep Antoni Duran. Matutes tuvo también un "encuentro humanitario" con familiares de los cuatro miembros del Grupo de Trabajo de la Disidencia Interna.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 13 de noviembre de 1998