El presidente norteamericano, Bill Clinton, dio ayer por finalizada la tercera crisis con Irak, pero mantendrá en pie un dispositivo bélico en la zona -cuya entrada en acción fue suspendida el sábado en el último minuto- para garantizar que el régimen de Sadam Husein admite de verdad la reanudación de las inspecciones de la ONU sobre el desmantelamiento del armamento de destrucción masiva iraquí. El Consejo de Seguridad aceptó en la madrugada de hoy las promesas iraquíes y anunció que sus inspectores de desarme volverán a Bagdad mañana.
En una intervención televisada, el presidente norteamericano señaló que ahora ha pasado a
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ser objetivo oficial de su política exterior el derrocamiento del líder iraquí. La
declaración de Clinton, en conferencia de prensa convocada ayer con urgencia, no pudo
ocultar la perplejidad y frustración que producía en EE UU ver cómo Washington se había
quedado aislado al aceptar la mayoría de los miembros del Consejo de Seguridad la marcha
atrás dada por Bagdad, con lo que Sadam Husein quedaba, por tercera vez, como director de
orquesta de la crisis. De hecho, Sadam presentó esa marcha atrás como otro triunfo frente a
EE UU. Richard Butler, jefe de los inspectores de la ONU, anunció la reanudación de la
misión.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 16 de noviembre de 1998