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Luis Rojas Marcos cree que en España se tiende al fatalismo

El psiquiatra Luis Rojas Marcos cree que los españoles somos más propensos al fatalismo que los ciudadanos de otros países - por ejemplo Estados Unidos- por razones históricas y culturales. "Yo mismo he tenido he tenido que hacer un esfuerzo por superar ese sentimiento de melancolía y fatalismo compartido. Es la fuerza de la historia", comentó ayer en Sevilla durante la presentación de Antídotos de la nostalgia (Espasa), un libro en el que desmonta la idea negativa sobre la naturaleza humana y expone una serie de ideas para "neutralizar los sentimientos negativos y pesimistas que contaminan y distorsionan nuestra percepción del mundo y de las personas". Para Rojas Marcos, presidente del sistema de hospitales públicos de Nueva York, la nostalgia es un sentimiento muy extendido en la sociedad que favorece una visión "terrorífica" del mundo. En su opinión, se trata de una "mentira vital" que nos contamos a nosotros mismos para seguir manteniendo una actitud pasiva y distante ante ciertos hechos. "Nos permite esquivar la responsabilidad de lo que pasa en el presente e ignorar nuestro potencial para influir en el futuro", sostiene. En esencia, la nostalgia que él trata de combatir adopta dos formas: la convicción de que el ser humano es malo por naturaleza y la sensación de que vivimos en el peor momento de la historia de la humanidad. El psiquiatra lo desmiente: "Biológicamente, el ser humano va seleccionando los rasgos positivos que le ayudan a sobrevivir. Por razones evolutivas, está abocado a la bondad y la solidaridad porque son cualidades fundamentales para la supervivencia de la especie. La historia es el mejor antídoto contra la nostalgia. Vivimos más y mejor que hace 100 años". Rojas Marcos considera que ahora nos sentimos atraídos por la violencia "de caricatura", la que aparece en el cine, "como entretenimiento". "La violencia siempre ha fascinado al hombre. No resulta fácil separar lo que vemos en los medios de comunicación de lo que vivimos día a día y no apreciamos porque no llama la atención", manifestó.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 28 de noviembre de 1998