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CARTAS AL DIRECTOR

Por qué listas abiertas

Ningún proceso de selección es perfecto. Tanto en política como en el mundo laboral. El sistema representativo de la democracia, por su madurez, necesita el impulso de la jovialidad de la democracia participativa. Ésta es una de las causas ilusionantes que despiertan las elecciones primarias en los partidos.El ejercicio de la política activa necesita de un gran esfuerzo de trabajo y entrega de parte de quien la desempeña. En las fechas preelectorales a cualquier comicio se genera una dinámica dentro de las organizaciones totalmente diferente a otros periodos. Ello, motivado por el procedimiento establecido en los partidos para designar a los cargos representativos de cada organización.

El proceso origina una toma de posición de las distintas corrientes o sensibilidades para colocar a sus correligionarios en puestos elegibles para ejercer la función pública. El comité, presidente o secretario general que tiene asumida la responsabilidad de la designación o confección de la lista se ve obligado a librar una dura batalla para ensamblar las presiones que recibe. Si a esto le sumamos el acoso agraviado que recibe para hacer prevalecer su ideología de parte del adversario político, la defensa interna y externa de su proyecto requiere un esfuerzo devastador.

Por eso, una de las cualidades o ventajas que tiene la elección directa por los militantes es la de eximir a la dirección de los partidos de la responsabilidad y trabajo del actual proceso. Que dependiendo de cómo se configure la relación, puede traer paz o conflicto interno en la organización. Con ello, además, los militantes nombran representantes suyos a aquellos compañero/as que por su trayectoria política, capacidad y entrega a su trabajo, se merecen ser el cartel electoral que potencie el prestigio de su entidad.-Un buen programa electoral innovador que conecte con la sociedad, y un excelente equipo de hombres y mujeres que garanticen su cumplimiento, será el que reciba el apoyo mayoritario de los ciudadanos.- . .

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 2 de diciembre de 1998