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Crítica:

Ricardo III

22.59 / DramaR U- EE UU, 1995. Dir.: Richard Loncraine. Int.: Ian McKellen, Annette Bening, Kristin Scott-Thomas.Más que adaptada, la obra de Shakespeare es sometida a un riguroso tercer grado. La idea es conservar eso que se da en llamar el espíritu de la letra. En lo que a las carnes del texto se refiere, el asunto es bien diverso. De repente, el melodrama conspirativo que ideara el autor es trasladado a una Inglaterra en los años treinta con aspecto de República de Weimar. Al acecho, la bestia: es decir, el fascismo. Loncraine y el propio McKellen confeccionan de esta guisa un potente y barroco artefacto de precisión con el que desnudar las tumefactas bilis de la ambición. Suena engolado y, en verdad, lo es. Un reparto tan heterogéneo como acertado y una puesta en escena impactante y turbia a partes iguales terminan por dibujar de forma nítida los contornos de una obra de puro riesgo (con todos los inconvenientes a él asociados).

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 10 de diciembre de 1998