La invasión de un espacio supone también el riesgo de quedar atrapado en él. De esa tensión parte el artista granadino Emilio Parrilla (Guadix, 1954) para producir una pintura fundamentalmente sugestiva, donde lo importante no es en ningún caso describir. Por el contrario, el pintor deja que la emoción fluya de un modo pacífico, a través de las suaves vibraciones del color y la textura. Para comprobar su fidelidad a estos principios, el público tiene la oportunidad de contemplar una muestra de su pintura y escultura en el Museo de Cádiz (Plaza de Mina, s/n) que permanecerá abierta hasta el próximo 10 de enero.- A. L.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 21 de diciembre de 1998