El duende Gobolino y las hadas Quincallera, Morliana y Margarita regresaron ayer a su bosque legendario después de haber amenizado las mañanas dominicales de los niños de Alicante. Durante ocho semanas, cerca de 2.500 chavales pudieron visitar su casa, instalada alternativamente en los parques Monte Tossal, El Palmeral y Lo Morant de la ciudad. Allí escucharon de su boca cuentos tradicionales que les enseñaban a respetar la naturaleza porque "un mundo sin árboles sería gris, y un mundo gris, sería triste", expuso el hada Quincallera, que recibía a los más pequeños en la puerta de la casa. El grupo Papallona Teatre fue el encargado de llevar a cabo las representaciones de la campaña de animación a la lectura, iniciativa surgida de la Concejalía de Cultura. La idea era escenificar cuentos populares para que los niños se interesaran por leerlos. A la salida del espectáculo, todos recibían un libro para leer y colorear. Las representaciones se sucedían por turno desde las 11 de la mañana. Los niños aguardaban para penetrar en la casa hecha de lona. Una vez dentro, el hada Quincallera llamaba al orden en valenciano a quien se desmandaba. "A mí háblame en castellano, que no te entiendo", la desafió un chulito antes de que el árbol que parecía dormido en una esquina abriera los ojos y comenzara a hablar. La campaña finalizó ayer con el cuento de la princesa Rosamunda, que el duende Gobolino aderezó con algunos guiños para adaptarlo a la actual mentalidad infantil de videoconsola. "¡Mortal Kombat!", citó un pequeño en honor a un violento videojuego cuando, en la recta final de la historia, se desataba una ensalada de tortas entre Rosamunda y el príncipe encantado. Hay estropicios contemporáneos que ni toda la magia de las hadas podría arreglar.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 21 de diciembre de 1998