La creación del euro, que combina 11 monedas, incluyendo el marco alemán, el franco francés y la lira italiana, es un hito histórico en el camino hacia la unión europea. (...) Lo mejor que puede pasar es que Europa se con vierta en una máquina rival de Estados Unidos. Lo peor, que ocurran luchas políticas dentro del continente. Durante un par de años el cambio no se hará completamente patente para los viajeros, ya que las monedas nacionales seguirán circulando. (...) Para la mitad del 2002, las viejas monedas pasarán a ser piezas de coleccionista, y sólo las monedas y billetes de euros serán moneda corriente. (...) Al mismo tiempo, el cambio está lleno de peligros. Los Gobiernos nacionales han hecho uso de gran cantidad de soberanía para hacer el cambio, que en muchos de los casos se ha hecho sin implicación directa de los votantes. (...) El nuevo Banco Central Europeo (...) se enfrenta a la ardua tarea de asentar una política monetaria unitaria para un continente diverso. (...) Existe un riesgo de que un país u otro pueda elegir un Gobierno que eche la culpa de sus problemas económicos a la política del Banco Central Europeo por no llevar bien el control, y amenace con retirarse de la unión monetaria a menos que se realicen cambios. Las reglas adoptadas por Europa dicen que ningún país puede retirase de la unión una vez que haya entrado, lo que crearía una crisis. (...) Con suerte, la llegada del euro mejorará la economía europea, intensificará la cooperación europea y promoverá el crecimiento mundial.
30 de diciembre.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 31 de diciembre de 1998