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Tribuna:

"Running"

No me digan que no tiene su punto el hecho de que Barrionuevo dedicara tanto tiempo a correr durante el avance o tráiler de la película de su liberación que le pasaron antes de Navidad. Pasado el deslumbramiento chandálico, debemos reflexionar sobre el alcance de lo que mayormente hizo durante sus primeras jornadas de libertad: correr.Ahí es donde me quito el sombrero y me depilo el pubis, o lo que quede de él después de la epidural que supone la cincuentena. Qué asaz manera de mostrarse coherente ofreció Barrionuevo, con el ministro del Interior que ha sido, el preso que también ha sido (pero ya no es) y el miembro del PSOE facción No Nos Moverán que es. Qué ajustado en la simbología.

Punto uno, un ministro del Interior corre por antonomasia, es decir, persigue, aunque sea por porra interpuesta, a los delincuentes. En lenguaje popular también podrían añadir que los corre a porrazos. Punto dos, uno que delinque corre delante de los enviados de la porra que le envía (corriendo) el ministro del Interior de turno. Cuando el delincuente es detenido (y deja de correr), se convierte, ¡oh, cielos!, como Barrionuevo, en un prisionero cuyo principal interés se manifiesta en correr hacia la puerta, o sea, huir. Sinónimos: poner pies en polvorosa (variante navideña: en polvorones), darse el piro, poner tierra de por medio, coger las de Villadiego, irse por pies.

Cuando perteneces a la plana mayor del PSOE facción Y También Dos Huevos Duros, correr quiere decir ir de la miseria a la nada, en la esperanza de que la velocidad hacia el abismo sea tomada por progreso, y de que el atónito pueblo básico no vea lo que el enloquecido escapista, que cree que hace footing, va dejando por el camino, como puños. No sé por qué no le quitan también la rosa y le ponen un desodorante de taxi.

O una dama de las camelias.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 31 de diciembre de 1998