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Crítica:

Crímenes imaginarios

22.45 / Drama

EE UU, 1994. Dir.: Anthony Drazan. Int.: Harvey Keitel, Fairuza Balk.

Dos mentiras no suman una verdad. El personaje que interpreta Keitel sabe algo de esto. Filibustero, fantasma, tramposo irredento, soñador de grandezas ajenas y… (aquí el golpe de efecto) padre. Drazan (Zebrahead, 1992) se sirve de una novela firmada por Sheila Ballantyne para explorar en los angostos caminos de la redención. El protagonista traza así la historia de un hombre atrapado entre una nube de embustes. Al fondo, apenas distinguible, una única verdad encarnada en dos hijas ávidas de cariño. La película, en justa correspondencia, cumple un recorrido similar al del personaje: entre un cúmulo de lugares más o menos trillados (algo así como un repaso por las formas de ser padre sin perecer en el intento), una interpretación plena y cargada de verdad.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 20 de enero de 1999