Las casi 300 personas reunidas en la sede de la Unesco aprobaron ayer una declaración y un plan de acción para luchar contra la pederastia y la pornografía infantil en Internet. Juristas, responsables de Interpol, de FBI, de diferentes ONG o de organismos internacionales, profesionales del turismo o de la pediatría denunciaron el hecho de que se haya "creado un auténtico mercado mundial de la pornografía infantil gracias a Internet", mercado que "hoy es un negocio como lo es el contrabando o el tráfico de drogas". Para la Unesco "la pederastia es el virus más peligroso de todos los que recorren las autopistas de la información".No se trata de atacar a Internet, un sistema de comunicación del que se dice que "ofrece a la curiosidad de los niños un nuevo mundo que explorar, medios de entretenimiento, diversión, información y comunicación", pero sí, por ejemplo, de "respaldar la creación de números de urgencia y de encontrar un patrocinador internacional para poner en marcha buscadores electrónicos que pueden prestar ayuda inmediata a los niños en peligro".
Las medidas concretas podrían ser adoptadas por la Unesco en su Conferencia General del próximo mes de octubre, pero su aplicación y eficacia será de momento relativa, tanto porque "es difícil determinar el número de foros electrónicos que albergan mensajes o material de pederastia" como porque, tal y como denunciaba una funcionaria de Interpol, "hay una evidente falta de voluntad de cooperación por parte de la industria informática". Esta funcionaria añadió que "muy pocos países están dispuestos a abandonar su soberanía en contra de esa situación, los expertos plantean la necemateria policíaca y judicial". Necesidad de "un verdadero espacio judicial internacional" para "combatir el cybercrimen". Pero países como EE UU, alegando que la libertad de expresión está en su constitución, y como Japón, que tiene una definición imprecisa de la pornografía infantil, o situaciones provocadas por las posibilidades de la tecnología del morphing -crear seres electrónicos a partir de cabezas y cuerpos de origen diverso-, hacen a veces tan difícil definir el crimen como localizar a sus responsables.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 20 de enero de 1999