No es extraño que miembros del grupo cojan sus maletas y participen en asambleas de debate ecuménico. Alicia y Carmen son las más viajeras. Ambas acudieron del 27 al 30 de noviembre al festival con el que el Consejo Ecuménico Mundial -una organización que agrupa a 330 iglesias cristianas entre las que no se encuentra la Iglesia Católica- puso fín al decenio de Solidaridad de las Iglesias con las Mujeres. El festival cerró la serie de actividades que desde 1988 el consejo puso en marcha para analizar la implicación de la mujer en sus iglesias a través de cuatro ideas principales: la violencia contra las mujeres, el racismo, la violencia económica y la plena participación de las mujeres en las iglesias. Alicia y Carmen formaron parte del grupo de 40 católicos que se desplazaron a la capital de Zimbawe, Harare, para debatir las conclusiones y participar en los actos de clausura del festival. En total, 1.100 mujeres y 100 hombres fueron seleccionadas por el consejo para participar en la clausura del decenio. "Fue una experiencia que nos ayudó a ver que hay preocupaciones en las mujeres comunes", recuerdan dos meses después. El contacto de las teólogas con el ecumenismo -la corriente que tiende a confluir las diversas ramas del cristianismo- se inició en junio de 1997 en la ciudad alemana de Grasz. "El diálogo ecuménico es uno de los retos del momento", argumenta Lucía, "y los únicos protestantes que conozco, Lutero, Calivino, están muertos hace 400 años". Movidas por la intención de encontrar interlocutores y entablar un diálogo con otras comunidades cristianas, ambas acudieron el verano de 1997 a la Asamblea Ecuménica Europea. "Descubrimos una presencia muy fuerte de mujeres que en otras iglesias tienen una presencia mayor que en la nuestra", recuerda Lucía.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 31 de enero de 1999