Este un relato más de la celda 205 del módulo 5 de la cárcel de Soto del Real. Corrían las 23.45 del 5 de enero pasado, cuando Antonio C., tumbado en su catre, se despertó sobresaltado. Tenía una cuerda atada al cuello y a su compañero de celda, Raúl C., encima de él intentanto ahorcarle. Antonio, tras recibir dos puñetazos, se revolvió y de un salto consiguió zafarse de su enemigo. Luego, con la cuerda aún al cuello, alcanzó la puerta. Y, casi sin oxígeno, la golpeó como nunca antes lo había hecho. Los guardias, al oír el retumbar del metal, acudieron a la celda. Al abrir la puerta, como consta en los informes internos, descubrieron a Antonio con el cuello enrojecido y al borde de la asfixia.Al fondo de la celda, aún excitado, se encontraba el agresor. El primer funcionario que le vio lo describe así: "Inmóvil al fondo de la sala, tenía la mirada perdida, la cara manchada de sangre. No atendía a las instrucciones".
Cuando los guardias intentaron llevarle al departamento de aislamiento, Raúl se revolvió y les atacó. Finalmente, los funcionarios le controlaron a porrazos y luego le ataron con unas esposas a la cama de la enfermería.
Todo esto ocurrió una semana antes del degüello de Jesús Cano Muóz por su compañero de catre. Eso fue en la celda 18 del módulo 2.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 31 de enero de 1999