Aseguran que las cosas nos han ido bien en Bruselas y que no mermará la cantidad de euros destinada a reestructurar la agricultura valenciana. Bienvenidos sean los millones que acaben siendo, pues no es descartable cualquier recorte. Sin embargo, por más y mejor que acondicionemos el sector agrario -proceso que está felizmente en marcha- no llegaremos muy lejos si no solventamos el secular déficit hídrico de muchas comarcas valencianas, en las que está en precario o falta el agua para la tierra y para usos de boca. Se trata de una prioridad absoluta que, al parecer, no inquieta demasiado a la Administración, sea central o autonómica. Se lo toman con calma, vaya.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 14 de marzo de 1999