El canciller federal alemán, Gerhard Schröder, asumió ayer provisionalmente la dirección del SPD en espera de que su liderazgo sobre el Partido Socialdemócrata alemán quede confirmado por un congreso extraordinario el 12 de abril próximo. Al término de una maratoniana jornada de reuniones de los órganos directivos del partido y de su grupo parlamentario, Schröder aseguró que la labor del Gobierno se mantendría estable. El canciller disipó también los rumores sobre nuevos relevos y sobre un eventual cambio de aliados en la coalición rojiverde y se negó en redondo a hablar de crisis.El político socialdemócrata Hans Eichel, jefe de Gobierno saliente del land (Estado federado) de Hesse, será, como se esperaba, el nuevo ministro de Hacienda y se incorporará al cargo después de transferir sus responsabilidades el 7 de abril. De momento, el ministro de Economía, Werner Müller (un antiguo asesor de la industria nuclear que no pertenece al SPD), sustituirá interinamente a Lafontaine y acudirá al Ecofin, la reunión de ministros de Finanzas de la Unión Europea, mañana lunes. Alentados por el cese de Lafontaine, los representantes del empresariado incrementaron ayer sus presiones para que el Gobierno modifique su política y, sobre todo, las leyes de la reforma fiscal. Los ánimos en torno al SPD se polarizaron. Si bien el empresariado veía aumentar sus posibilidades de influir sobre Schröder una vez desaparecido Lafontaine, los sindicatos exigieron la defensa de la reforma de los impuestos y el mantenimiento de las reducciones de la presión fiscal. Schröder, que compareció ante los medios de comunicación junto con Joannes Rau, el candidato socialdemócrata a la presidencia federal de Alemania, dijo ayer que las leyes fiscales se aprobarán tal como está planeado. La política gubernamental, señaló, responde a un "equilibrio justo entre las necesidades sociales por una parte y las necesidades económicas por la otra". En su opinión, este equilibrio se refleja en las leyes de reforma fiscal , "por lo menos" en lo que se refiere al alivio en los impuestos mínimos y el aumento de las prestaciones familiares. El canciller señaló que las empresas medias se han visto aligeradas de la presión fiscal en miles de millones de marcos. Schröder admitió, no obstante, que el Gobierno tal vez no había sabido transmitir la esencia de su política y prometió más esfuerzos para explicar la reforma.
Los cambios inevitables en las reformas planeadas se discutirán tranquilamente con los empresarios, dijo Schröder. Por su parte, el jefe del Gobierno de Renania del Norte-Westfalia, Wolfgang Clement, del ala de derecha del SPD, manifestó que no habrá cambios en la primera fase de la reforma fiscal, y el portavoz gubernamental Uwe-Kasten Heye calificó ayer de "especulaciones" los rumores de que la reforma fiscal vaya a desmontarse.
Dada la inexperiencia de Müller y de Eichel en temas europeos, la responsabilidad de la Agenda 2000, que debe ser aprobada en la cumbre de Berlín los próximos días 24 y 25 de marzo, recae ahora plenamente sobre el ministro de Exteriores, Joschka Fischer, y sobre todo sobre su brazo derecho en temas europeos, Günter Verheugen, pieza clave en el equipo europeo de Schröder. El canciller dijo ayer que tiene intención de realizar, tal y como está previsto, la gira europea de la semana próxima.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Domingo, 14 de marzo de 1999