Un calentador de agua defectuoso inundó el piso de monóxido de carbono el miércoles por la noche, según la Policía, y puso un trágico final a las vacaciones de dos niños ecuatoguineanos, que apenas llevaban 24 horas en Valencia. Gustavo, de cinco años, respiró demasiado gas y murió en la ambulancia, y su hermana Olga, de tres años, seguía ayer ingresada en el hospital La Fe, aunque no se temía por su vida. También fueron hospitalizados dos adultos, pero ayer recibieron el alta médica.
Iluminada llegó el miércoles por la noche de Guinea Ecuatorial con sus dos hijos para pasar tres meses de vacaciones en el piso de su hermana Lourdes, en el número 21 de la calle del Padre Muedra, en Campanar. El jueves por la tarde salió a visitar a un familiar y dejó a los niños al cuidado de Lourdes, de 28 años, y su novio Terry, de 38. Los dos adultos relataban ayer, tras salir del hospital, que después de ducharse, a eso de las nueve y media de la noche, se sintieron muy mareados y sin fuerzas. "El gas que salía del calentador estaba matándonos y no nos dimos cuenta porque no olía", explica Terry, que estaba tan aturdido que se cayó en la bañera y se lastimó en la espalda. Terry y Lourdes recuerdan que se desvanecieron mientras se vestían en la habitación, aunque ella se despertó al escuchar los gritos de los niños, sentados en un sofá frente al televisor. "Llegué hasta el niño y lo tapé con dos sábanas, la niña se había caído al suelo e intenté levantarla pero me fallaron las fuerzas", rememora Lourdes, que se desplomó mientras volvía a la habitación para vestirse. Por suerte para ellos, Restitución (que comparte el piso con Lourdes) regresó sobre las 22.05 y al abrir la puerta permitió que entrara aire fresco. "Si hubiera tardado un poco más habrían muerto los cuatro, porque había una concentración de monóxido de carbono del 93% en el piso", advierte la policía. Lourdes dice que desde hace un mes sufrían mareos al ducharse y fueron al médico porque creían estar enfermos. No sospechaban del calentador del agua. Asegura que denunciarán al propietario del piso, en el que vivían alquiladas.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 24 de abril de 1999