Los grupos partidarios de reforzar las restricciones a la venta de armas en Estados Unidos y los opuestos a ello están echando el resto, en un cruce de declaraciones sin precedentes, para poner la tragedia de Denver del lado de sus respectivas tesis. La rapidez con que la Asociación Nacional del Rifle (NRA) reaccionó tras la matanza -para sostener que armar a los profesores puede limitar el número de víctimas en sucesos de este tipo- es un buen indicador de que ese lobby ha visto en el atentado una verdadera amenaza para sus postulados.
En ocasiones anteriores, la NRA ha evitado pronunciarse sobre la cuestión de la venta de armas en los días siguientes a una matanza. Esta vez, el vicepresidente de esa asociación, Wayne LaPierre, apareció en un programa de televisión un día después del suceso y opinó que no había que buscar las causas en las armas de fuego, sino en "la obsesión de las productoras de Hollywood con la violencia".
Lo que está en juego no es la prohibición de vender armas de fuego -inimaginable por el momento en ese país-, sino la posibilidad de regular mejor las condiciones en que se venden, o de limitar los tipos de pistolas y fusiles que pueden adquirirse libremente.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 27 de abril de 1999