Cruyff no falló. La incógnita se despejó muy pronto. El holandés aceptó la invitación de la directiva para saltar al césped del estadio y recibir, confundido entre más de 300 jugadores veteranos, el homenaje del Camp Nou. Cruyff pasó casi desapercibido en el estadio, pero no así para las cámaras de televisión, que lo captaron, enfundado en una americana de cuero negro, cuando conversaba alegremente con Heredia.
"Ha sido muy bonito", dijo Cruyff después del sencillo acto, que consistió en reunir en el círculo central a todos los ex futbolistas distribuidos en cuatro épocas, hasta la de los noventa. "¿Que he recibido un segundo homenaje de la afición en poco tiempo?", se preguntó después Cruyff ante los micrófonos en alusión a la fiesta del Dream Team. "Nunca se puede concebir un homenaje a una sola persona. Es algo colectivo. Ha sido un placer coincidir con los viejos jugadores. Siempre vale la pena estar en un acto así. Eso está claro. Todo el mundo ha cambiado bastante, pero les he conocido a todos", bromeó. Mucho viento, mucha lluvia y pocos paraguas. Los veteranos, entre ellos Ramallets, Kubala, Luis Suarez, Zubi y Baia, cedido al Oporto, quedaron empapados.
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* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 29 de abril de 1999