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Tribuna:

Piques

Puede ser una coincidencia, pero llevo días oyendo protestas por lo que se dijo o se dejó de decir, por lo que otros hicieron o dejaron de hacer, miraron o no miraron. De repente, sin darme cuenta, me he sentido metida en una espiral de piques y cotilleos, idas y venidas de quejas un poco neuróticas, la verdad, porque no son cosas de importancia, como si no tuviéramos temas más interesantes y divertidos que comentar. Puede ser que la Feria nos haya dejado debilitadillos, con los disgustos propios del cansancio y un hígado maltratado que nos vuelve y nos revuelve algunas tonterías en un encierro cada vez más pobre y pequeño. Me imagino que en las grandes capitales la gente se acostumbra a pasar desapercibida, o llevan sus conflictos escondidos o se notan menos, y están tan ocupados en trasladarse de un lugar a otro que apenas les queda tiempo para pensar en agravios. Pero en una capital de provincias como ésta se sufre mucho por omisiones, olvidos o ninguneos, todos picados por un saludo, una invitación, una impertinencia o cualquier desatino inoportuno. Lo que menos duele es la impuntualidad, que a mí me pone de los nervios; una neurosis más. El caso es que nos cargamos de agresividad por tonterías y saltamos como fieras a la primera de cambio. A saber lo que puede ocurrir cuando se vayan acercando las elecciones. Se salvan los que andan ensimismados en su quehacer o preocupados por comer todos los días. No será por no tener acontecimientos culturales de interés -como El Cid, por ejemplo- y menos culturales pero también objeto de grandes titulares, como el "super partido" en el "super estadio" de la "super villa olímpica"; también tenemos agrupaciones múltiples y muy variadas para cubrir nuestras necesidades de participación, lucimiento, e incluso de perpetuación histórica, pero siempre acabamos cayendo en el desasosiego de la rencilla, el agravio y la crítica. No pongo ningún ejemplo porque no merecen ni ser escritos. Además, a lo mejor ni siquiera es cierto, cabe la posibilidad de que la vida transcurra con toda normalidad y alguna catastrófica conjunción de mis astros me la oscurezca con mezquindades.BEGOÑA MEDINA

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 6 de mayo de 1999