22.00 / IntrigaEsp., 1997. Dir.: Á. F. Santos. Int.: Cayetana G. Cuervo, N. Novo, C. Hipólito. Debutar en el largometraje es una aventura de riesgo. Hacerlo con la mirada puesta en clásicos del cine negro, desde Perversidad a Perdición pasando por Fuego en el cuerpo, es ya osadía. Fernández Santos (no confundir con el crítico y guionista) demuestra ser osado y se agradece. Los problemas surgen cuando no se respetan las normas de los buenos jazzistas. Cuentan los manuales que a la hora de interpretar una pieza hay que hacerlo por debajo de las capacidades técnicas. Nunca al límite. Eso permite una justa distancia y, de paso, deja pensar. Tan sencillo. El director apuesta a la mayor y es atropellado por una trama atractiva que habla de ambición, sexo, engaño y gestos desmedidos. A un lado quedan accesorios como verosimilitud, rigor en la construcción de los personajes y sentido en la puesta en escena. Así, la osadía deviene trampa y el concierto, finalmente, desafina.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 6 de mayo de 1999