Diego L. M., el joven secuestrado en Chipiona, es miembro de una familia de cuatro hermanos, de los que al menos dos, Juan y Francisco, se dedican al negocio de la flor cortada, muy floreciente en esa localidad a pesar de la bajada de los precios -especialmente del clavel y la clavelina-, que ha obligado arrancar matas para contener la caída. La madre de Diego no tenía ni idea ayer de lo que le había sucedido a su chaval. "Yo no se nada, a mi lo que me han dicho es que ha estado todo este tiempo en el Rocío", dijo. Uno de los hermanos aseguraba que no se explicaba por qué habían capturado a Diego. "Ha sido un error y lo han soltado porque vieron que esta familia no tenía el dinero que pedían", explicó. La Guardia Civil, en cambio, está convencida de que esto no es así.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 28 de mayo de 1999