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ENTREVISTA

"He gestionado con rigor y he sacado adelante proyectos empantanados"

Tres catedráticos de la Universidad Complutense, el geógrafo Rafael Puyol, el matemático José Carrillo y el químico Arturo Romero, se enfrentan mañana a su particular examen final de junio. De entre ellos saldrá el nombre del primer rector de la Complutense para el siglo XXI, el profesor que llevará las riendas de la universidad española más voluminosa (110.000 alumnos, 6.000 profesores y 3.000 trabajadores de administración y servicios) hasta el 2003. Los 641 integrantes del claustro y la junta de gobierno tienen en sus manos la decisión: si Puyol continúa ejerciendo como rector, un cargo que asumió en noviembre de 1995, o si ha llegado la hora del cambio.

El asturiano Rafael Puyol, de 53 años, encarna el espíritu de la moderación. Hace cuatro años, Alberto Ruiz-Gallardón le ofreció la Consejería de Medio Ambiente, pero él rechazó la oferta para optar a un rectorado que conquistó cinco meses después. En su despacho suena música clásica, a volumen casi imperceptible, mientras él desgrana sus proyectos de futuro y fuma tabaco bajo en nicotina con prudente cadencia. Después de tres años y medio como máxima autoridad en la Complutense, este experto en Geografía Humana parte como máximo favorito para revalidar su cargo.Pregunta. Después de 42 meses como rector, ¿qué nota cree merecerse por su trabajo?

Respuesta. Prefiero que la nota me la pongan los demás, pero cualquier análisis detenido de mi programa de 1995 revela que he cumplido con mis promesas de transparencia y participación, que la gestión económica ha sido rigurosa y que he sacado adelante proyectos empantanados, como los Reglamentos de Centros o el Estatuto de Derechos y Deberes del Estudiante. P. ¿Pesa más el desgaste de cuatro años de mandato o el aval de la experiencia?

R. El poder desgasta por definición, porque siempre faltan medios para satisfacer todas las peticiones. Sin embargo, ahora puedo decir que en 1995, cuando creía saber mucho de esta universidad, sólo conocía una pequeña parte.

P. En este tiempo le han acusado de ser poco resolutivo: por ejemplo, de no atajar las agresiones a alumnos progresistas en la Facultad de Derecho.

R. Puede que a veces no hayamos obrado con la rapidez que la universidad demanda, pero también nos han faltado los instrumentos legales para atajar ese tipo de actuaciones impresentables. Ahora estamos corrigiendo el Reglamento de Asociaciones para poder actuar con más dureza con aquellas asociaciones que no se merezcan disfrutar de un local.

P. Tampoco ha designado al Defensor del Universitario, una de sus propuestas más atractivas de hace cuatro años...

R. Es una asignatura pendiente, sin duda. He pensado que para impulsar esta figura debía contar antes con los instrumentos adecuados: el Estatuto de Derechos y Deberes del Estudiante y el Reglamento de Departamentos y Centros. Como ya están aprobados los dos, puedo asegurar que, si salgo reelegido, designaré al Defensor de forma inmediata.

P. ¿Cuál sería la gran apuesta de su nuevo mandato?

R. El Plan Estratégico, el instrumento para definir un modelo universitario de consenso con la participación de todas las, digamos, grandes sensibilidades de esta comunidad. Si en este proyecto no participan todos los sectores, nacerá cojo.

P. ¿Hay que ampliar la oferta de titulaciones?

R. Abogo por cinco nuevas de inmediato: Marketing, Ciencias Ambientales, Turismo, Nutrición y Dietética y Traducción e Interpretación.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 1 de junio de 1999

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