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El adiós de los concejales

Fue la hora del adiós. El pleno celebrado ayer en el Ayuntamiento de Barcelona fue el último para la mayoría de los regidores y por eso la sesión de cierre del consistorio saliente estuvo marcada por los discursos de despedida. El adiós más especial fue el de Miquel Roca, que además de dejar el Ayuntamiento pone fin a su trayectoria política en primera línea. "Esta Barcelona me ha hecho tal como soy. Me defino como un animal barcelonés, de la Barcelona que acepta la confrontación para ganarla con el diálogo, de la Barcelona que sólo se deja compartir porque no quiere ser de nadie en exclusiva y así no perder el gusto de ser de todos". Fiel a su estilo, el hasta ahora primer espada de CiU en el Ayuntamiento barcelonés defendió la política basada en el acuerdo, no en el enfrentamiento. "¿Acertada?, ¿desacertada? No lo sé. En todo caso, la política que yo quería hacer", dijo, y a continuación hizo una descripción de su paso por el consistorio: "Creo en el acuerdo y aquí lo he podido practicar; creo en la discrepancia y aquí he podido manifestarla; creo en el respeto y aquí me he sentido respetado, y espero haber sabido respetar; creo que las instituciones están por encima de los partidos y aquí me lo he permitido demostrar; creo que la ciudad es de todos y aquí lo he podido defender". Y a modo de reflexión -posiblemente dirigida a las voces de su propio partido que le han reprochado su forma de ejercer la oposición al gobierno municipal y la han llegado a vincular a los pobres resultados de CiU en las elecciones municipales-, Roca añadió: "Con razón, algunos pueden decirme que no es suficiente, que hace falta más. Pero confío en que nadie esperase de mí lo que mi trayectoria no avalaba". Otros primeras espadas de la política municipal también dijeron adiós al consistorio de Barcelona: Eulàlia Vintró, Alberto Fernández Díaz y Pilar Rahola. PASA A LA PÁGINA 5

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 1 de julio de 1999