El 30 de agosto de 1998 se publicó una carta remitida por Avelina Vega bajo el título de Xenofobia, palabra ideal para llamar la atención del lector. En ella soy acusado de causar malos tratos a un ciudadano árabe cuando desempeñaba el ejercicio de mi profesión como miembro del Cuerpo Nacional de Policía, y me limitaba a introducir en un vehículo policial al referido ciudadano, que se encontraba detenido como ya lo había estado anteriormente en otras 17 ocasiones por delitos varios: tráfico de drogas, robos con violencia e intimidación, receptación, etcétera. Avelina Vega no se conforma con denunciarme por los presuntos malos tratos que relata, de los cuales he resultado absuelto por el Juzgado de Instrucción número 27 de Madrid (adjunto una copia de mi sentencia absolutoria), sino que, gratuitamente, y valiéndose de su periódico, me acusa públicamente de racista y de haber pisoteado derechos y dignidades a mansalva, todo ello sin haberme conocido jamás hasta el momento que aquí se cita. Parece ser que la señora Vega no se daba cuenta de que estaba procediendo a la detención y conducción de un delincuente habitual, con independencia de su nacionalidad o raza.
Su acusación me causó graves daños en mi propia autoestima y en mi entorno profesional y social, a la vez que problemas de toda índole, y por ello me planteo la posibilidad de ejercer las acciones legales a las que tengo derecho, pues hora es ya de que algunos ciudadanos sepan distinguir entre una acción policial absolutamente legal y lo que realmente son malos tratos y racismo, que en ningún caso se emplearon en estos hechos concretos.
Añado, por último, que en 26años de ejercicio profesional jamás fui acusado de malos tratos, racismo o cualquier otra acción ilegal, hasta la puesta en escena de esta mujer, a la que se le debería caer la cara de vergüenza por sus falsas acusaciones y mentiras.- . .
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 3 de julio de 1999