Y es que cada vez que oigo o leo en algún medio de comunicación que a algún niño le ha ocurrido algo en una piscina, y, en consecuencia, se habla de las pocas medidas de seguridad que se toman, no me queda otra cosa que sentirme indignada; no es una, ni dos, sino muchas las mamás que piensan que el socorrista está ahí para cuidar a sus niños, para ponerlos los manguitos si no saben nadar; de hecho, pretenden tomar el sol tranquilamente e incluso quedarse en casa mientras tú les "echas un vistazo". El problema viene cuando ocurren las cosas o les regañas; encima, ¡tú!, el socorrista, no eres quién para regañar a sus hijos.- . .
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 3 de julio de 1999