La policía de Sheffield, al norte de Inglaterra, ha elevado una insólita propuesta al Ministerio del Interior: le pide que estudie autorizar la prostitución en saunas y salas de masaje, que serían inspeccionadas luego por los agentes, para librar a las mujeres de la calle. El proyecto cuenta con el apoyo del Ayuntamiento e incluye la apertura de un registro, personal y sanitario, para las prostitutas. De aprobarse, la experiencia podría repetirse en otras ciudades.
Aunque ya se han oído las primeras y airadas voces críticas -el reverendo anglicano David Holloway dice que la tolerancia excesiva es una lacra mortífera- la policía de Sheffield asegura que no trata de legalizar la prostitución bajo mano, sino al contrario. Según el comisario John Hudson, dar una licencia a los establecimientos donde ya se ejerce permitiría supervisar el local y evitar brotes de violencia. "Es una forma de controlar a los dueños y saber lo que pasa dentro", asegura. Hudson sabe de lo que habla. Desde hace más de un año, sus agentes han visitado con regularidad unas 6 saunas y centros de masaje del barrio de Attercliffe. Los responsables de locales han podido llevar su negocio sin más molestias que un intermitente control policial. Formalizar la situación en el resto del casco urbano mejoraría la seguridad de las mujeres, así como su salud.
"Sacarlas de la calle", como piden los vecinos, no las obligaría a esconderse en zonas poco vigiladas, donde pueden ser víctimas de asaltos. El registro obligatorio de sus datos puede, sin embargo, no ser tan fácil, ya que quedaría al descubierto su identidad. Las afectadas temen que sus familias y el erario público descubran unas actividades que prefieren mantener en secreto. De todos modos, Peter Moore, concejal liberal demócrata, cree que será posible llegar a un acuerdo: "Nadie quiere ver más prostitución callejera y es mejor estar abierto a propuestas sensatas".
Otros municipios han autorizado la presencia de saunas y clubes de salud, algunos con cabinas de bronceado artificial, siempre que no se registre "conducta impropia alguna" en su interior. Las zonas de tolerancia, aprovechadas por las prostitutas para atraer clientes en coche, no han tenido éxito: cuando quedan cerca de barrios residenciales o comerciales, el rechazo de los vecinos las ha hecho desaparecer. La policía de Sheffield quiere evitar precisamente ese éxodo, muy peligroso para las mujeres.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Sábado, 3 de julio de 1999