PACO MARISCAL Rita Barberá, Jordi Pujol, Álvarez del Manzano, Sandro Pertini y el mismísimo obispo de la diócesis de Segorbe-Castellón celebraron con euforia el triunfo de sus equipos de fútbol. Contaminados por el jolgorio festivo de miles de aficionados al balompié, se atrevieron a lanzar la mitra al aire, como el obispo Reig, o a articular un par de frases en valenciano, como la alcaldesa Rita. Y esa imagen de políticos y eclesiásticos participando festivamente en el éxito deportivo, con su grey y con sus votantes o vecinos, es razonable: los vecinos nos solemos identificar con el equipo local, con la higuera familiar o con el algarrobo centenario que descubrimos cuando chicos; la clase dirigente, civil o eclesiástica, sabe de esa realidad y se vincula a la misma por razones piadosas o electorales. No le falta lógica al hecho. Lo no razonable, lo falto de lógica, lo absurdo e insólito, lo relacionamos con comportamientos desvinculados de una realidad, de un contexto ideológico, social o político. Por ejemplo, el rídículo optimismo y la sonriente alegría de Ciprià Ciscar y su dedocrática junta gestora. Todo va bien y a mejor le proclaman al vecindario, mientras la derrota recién y electoral, que no deportiva, en el País Valenciano del PSPV-PSOE les escuece en las partes sensibles a miles de votantes socialdemócratas valencianos. Absurdo e insólito, cuando se cruzan puñales y se clavan tijeras en torno a las listas electorales, cuando se retoma el incordio, políticamente cainista, para deshacer agrupaciones de militantes como la de Castellón, cuando huele a lombrices de caño sucio el dedocrático reparto de diputados provinciales; reparto que es propina y calderilla de perdedores, reparto de quienes pasaron de primera a tercera división, a esa división de una pretendida clase dirigente que tiene la nada por horizonte político, y la faca y el enredo por método. Todo va bien y a mejor le dicen a su posible elector o votante el 13-J del PSPV-PSOE, quizás porque ganó el Valencia o ascendió el Levante, o las reliquias de San Pascual Bailón consiguieron que lloviese sobre tanta aridez política y social. Insólito y absurdo parece ese optimismo desvinculado de la realidad en la dedocracia partidista actual de un PSPV-PSOE que debería ser modelo de democracia interna y referente democrático para la derecha valenciana. Irrisoria y lúdica, incluso, es la sonriente alegría de los actuales gestores del PSPV-PSOE. Ciscar y su junta gestora son como el médico del caricaturista y pintor francés Jean-Louis Forain. Estaba el artista en su lecho de muerte allá por 1931 e intentaba el galeno darle ánimo, contento y alegría. "El pulso está bien, el corazón late de forma correcta, los pulmones trabajan sin resentirse, la fiebre está bajando", le decía el médico. Y el artista le interrumpió malhumorado e irónico a un tiempo: "En fin, que me voy a morir con una salud de hierro". Y es que el Valencia va bien, el Levante mejor y para el equipo de Vila-real deseamos lo mejor, que bastante contento nos dio la pasada temporada liguera, y alcaldes y potestades se vinculan a la realidad de nuestra alegría. En la liga política, a los tifosi del PSPV-PSOE, a sus votantes o posibles electores no les acampañan sus dirigentes en los fracasos o derrotas electorales mediante el jolgorio de la reflexión, el análisis de la realidad o la democracia interna de partido que debería ser modelo de democracia. Aquí prevalece lo absurdo, lo insólito y la sonrisa equívoca.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 5 de julio de 1999