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EL MÉDICO EN CASA Para vencer al calor, relajarse

El llamado golpe de calor, si no se coge a tiempo, puede provocar la muerte. Por eso es importante adoptar medidas preventivas contra la subida brusca de las temperaturas. Cuando el termómetro supera los 40 grados, lo normal es aliviarse bebiendo mucha agua, con la ducha, o sumergiéndose en la piscina. Hay personas, sin embargo, a las que por su edad o porque están enfermas, estas medidas no les sirven. Los primeros síntomas del golpe de calor son la inflamación de la piel, los calambres y el agotamiento físico. A decir de los médicos, las personas afectadas presentan un cuadro clínico que se caracteriza por la alta temperatura que tienen (entre 36 y 43 grados), la no exudación y por la aparición de trastornos de consciencia. Previamente ha podido observarse en ellas fiebre, falta de apetito, dolor de cabeza, somnolencia, náuseas, desorientación, mareos... Síntomas todos que pueden aparecer horas o días antes del golpe de calor definitivo. Las víctimas más propicias de este síndrome suelen ser los ancianos, los niños pequeños (¡cuidado con dejarlos olvidados al sol o en el interior del coche!), los que abusan del alcohol o de los tranquilizantes, y, en general, los enfermos. Todo el mundo sabe que abusar del sol no es bueno: envejece la piel, además de provocar manchas y arrugas. Las prendas de ropa holgadas, en tonos claros, aíslan el cuerpo del exterior y alivian el calor. El ejercicio físico debe evitarse durante las horas centrales del día. La cabeza ha de protegerse siempre al máximo: no es bueno quedarse mucho tiempo al sol sin moverse. Los medicamentos que se toman en verano hay que vigilarlos; algunos están reñidos con el sol. Por último, los médicos recomiendan, a quienes se consideren afectados por el calor, acudir a su consulta. Mientas tanto, aconsejan tenderse en una estera, cerrar los ojos y relajarse.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 20 de julio de 1999