Los mercados de valores continúan funcionando bajo una presión ambiental difícil de soportar. Los problemas de la Bolsa de Nueva York para definir una tendencia que reste importancia a la cuestión de los tipos de interés son cada vez mayores y se trasladan al conjunto de los mercados, que ayer pusieron punto final al proceso comprador que había acompañado la caída de las cotizaciones del pasado viernes. El índice madrileño cedió el 1,06%, un dato que puede considerarse positivo, al ser menor que la ganancia del lunes y haber estado acompañado de un volumen de contratación en el mercado continuo ligeramente más alto, pero que muestra que los inversores aún están lejos de decidir la entrada en renta variable. La deuda española a 10 años mejoró ayer y marcó una rentabilidad del 5,29%.La concentración del negocio en muy pocos y selectivos valores se agudizó ayer, con más del 50% de los 97.251 millones de pesetas contratados, 584,49 millones de euros, acumulados en tres sociedades.
La principal razón de la renuncia de los inversores particulares a asumir riesgos estaba en la Bolsa de Nueva York, incluso desde antes de su apertura. El mercado de futuros sobre los índices bursátiles mostraba una caída importante de los precios de contado, algo que tardó en llegar, pero que hizo caer al Dow Jones más de 120 puntos a media sesión. [Después se recuperó y el Dow Jones terminó la jornada con una ligera caída de 52,60 puntos, un 0,49%, hasta 10.655,10]. El goteo del mercado estadounidense ha sido prácticamente constante desde el 19 de julio, cuando alcanzó su máximo, y se ha llevado por delante un 6,48%, aunque todavía queda más de un 15% de beneficio acumulado desde el comienzo del ejercicio. Uno de los problemas que plantea este goteo es que en un momento dado los beneficios no serán atractivos, y entonces el papel será más abundante, lo cual daría la razón a los que repiten incansablemente que la bolsa está muy alta.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 11 de agosto de 1999