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Aranceles

DE PASADATiembla Rappel porque, además de por gala benéfica, el próximo verano tendrá que pagar un nuevo arancel por pisar territorio Gil. Lo anunció el alcalde de Marbella el día en el que se acabó el mundo, o sea, ayer: está dándole vueltas a la cabeza porque no sabe si vender entradas a las puertas de la ciudad. Pero una vez descifrado el mensaje, palabra por palabra, es imposible que se refiriese a la jet. Dirigiéndose a los periodistas tras inaugurar una piscina, y para despejar dudas, dijo: "Será un canon para exigir pasaporte a la carroña. Una aduana para facinerosos, golfos y creadores de alarma social". Sonia Monroy, ex -de Romario, se entiende-, se está ganado a pulso que le cobren las pesetas por el punto c: el de alarmista en sociedad. En la fiesta de la Cruz Roja y frente a las cámaras, benéfica toda ella, se bajó el escote trasero hasta la misma rabadilla y dejó ver un Piolín apabullado por estar tatuado en la espalda de tanta mujer. Luego llegaron más cámaras y le suplicaron que hiciera un bis. Pero se siente, era demasiado tarde: le entró el recato y pidió perdón públicamente. Los de la tele se fueron con las imágenes de arrepentimiento cristiano pero sin las del pájaro que le acompañaba que son las que de verdad de la buena que tenían valor. La chica playmate, con eso del canon, ha decidido seguir la táctica de esperar y ver. Si es que sobrevivió a la gran comilona y al eclipse de ayer, será portada apocalíptica de no sé qué revista. Pero no lo será hasta el año 2000. En la gala empleó su estrategia: sólo movió la boca para comer, si querías algo de ella, remitía a su representante y protector. A la que seguro que le toca rascarse el bolsillo por eso del punto c es Yolanda Berrocal, otra ex -del padre Apeles, esta vez-. María Pineda -homóloga en el cargo, pero de Joaquín Cortés-, se libra del arancel. Está haciendo mérito para que le dejen el pase gratis a Marbella trabajando como relaciones públicas en Sotogrande. Vargas Llosa no se debe terminar de creer eso del canon: ha puesto punto final al ahorro y ha empezado a comer tras finalizar su ayuno en la clínica Büchinger. En cualquier caso, a mayoría sólo le tocaría pagar menos de un mes en verano porque, además de que es cuando viene, sería raro que Gil pusiera un impuesto revolucionario de estas características todo el año. ANA L. ESCUDERO

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 12 de agosto de 1999