En el concierto que corresponde al martes por la noche en el 39º Festival Nacional del Cante de las Minas continuó el éxito de público que viene siendo ya norma. Artísticamente, lo que vimos y oímos fue más irregular, destacando en cualquier caso el cante de José Menese frente al de Duquende. De éste se podría decir que tuvo una noche gris. De Menese, que estuvo a la altura de sus mejores momentos.
Oímos, efectivamente, al Menese cuyo cante se nos queda en el recuerdo. Hizo, como en él es costumbre, estilos que hoy se oyen poco; el polo, por ejemplo, que el cantaor dio por perdido; no sé si en verdad es así, pero, desde luego, oírlo hoy es una rareza. Menese lo hizo con la grandeza de un género que en el pasado fue considerado entre los más prestigiosos. Hizo también el taranto, que en estas tierras murcianas ha ganado vigencia gracias justamente al Festival de La Unión. E hizo la petenera, un palo que estuvo igualmente bastante abandonado y que Menese viene cantando desde hace años, dándole nueva popularidad porque hace de él una creación llena de garra y belleza.Después, Menese se fue a los géneros de mayor respeto jondo: soleares, siguiriyas, tonás. Al cantaor se le veía a gusto, y su cante reflejaba ese estado en logros de belleza y jondura. Menese estuvo a la altura de sus mejores momentos, creciéndose él en el cante y creciendo el cante desde la fuente de su sentimiento.
Noche gris Cosa bien distinta ocurrió con el cante de Duquende, en una noche gris. Comenzó destrozando un par de cantes minero-levantinos, y siguió en un tono monocorde como cansino y desganado. Apenas se salva algún apunte por fandangos, en un recital en que hizo no menos de siete temas. Además, parece que también se suma al nutrido grupo de quienes quieren reinventar el cante, y se saca de la voz extrañas tonalidades, distorsionando tercios y compases.
Niño de Pura y Manolo Franco ofrecieron su Compadres, un concierto un tanto híbrido pero agradable de ver y oír, en el que lo fundamental son las guitarras de estos dos excelentes tocaores.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 12 de agosto de 1999