El Partido Popular arrancó ayer su precampaña en Cataluña con una convención en Barcelona en la que, ante 400 militantes, dejó trazadas las líneas básicas de la campaña: un papel modesto para su candidato, Alberto Fernández Díaz, escudado por pesos pesados del partido y del Gobierno; y un discurso que censurará por igual al "nacionalismo que no ha cambiado" y a "la izquierda radical". Las últimas elecciones municipales supusieron un inesperado retroceso del PP catalán y el liderazgo de Fernández Díaz ha sido cuestionado desde entonces. Sectores del partido creen que su dirección es provisional y que, tras los comicios, será el ministro de Industria, Josep Piqué, quien tomará las riendas. Así las cosas, el PP tiene difícil igualar los 17 diputados que sacó Alejo Vidal-Quadras en 1995.
En el acto de ayer, Piqué pronunció un discurso que duró casi el doble que el de Fernández. La convención la cerró el secretario general del PP, Javier Arenas, quien emplazó al líder socialista, Joaquín Almunia, a definirse sobre la política de alianzas que seguirá tras los comicios. "¿Está de acuerdo en que Maragall pueda gobernar con el apoyo de los independentistas?", preguntó en referencia a Esquerra Republicana (ERC). También criticó la alianza del PSC con Iniciativa per Catalunya-Verds (IC-V) porque demuestra que la opción de Maragall es de "izquierda radical".
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 6 de septiembre de 1999