Iberia ha prohibido fumar en todos sus vuelos. Sea muy bienvenida la medida, que hará más placentero el viaje a gran parte del pasaje, y, sin duda alguna, más saludable el mismo a todos. Pero en este trance de mejorar las condiciones sanitarias, me permito rogar a la compañía que revise su gestión, de modo que los retrasos, cancelaciones de vuelos, extravío de equipajes y demás incidentes tan frecuentes, cosa que alcanzo a conocer por mi propia experiencia, así como por las informaciones que los medios proporcionan, no vengan a alterar la salud aún en mayor medida de lo que el humo del tabaco lo venía haciendo. Puestos a acelerar mi salida de este valle de lágrimas, casi prefiero hacerlo mediante el humo del cigarrillo del amigo o allegado con quien vuelo, que en las largas horas de espera desinformada, o en la desesperación de quien no ha de cambiarse de ropa en los próximos días, vendrá a consolarme y a prestarme ayuda aplacando mi excitación nerviosa.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 6 de septiembre de 1999