Verano, veranear, igual a descansar, disfrutar, desconectar, etcétera. Observo, y cada vez en mayor medida, el estrés de estos veraneantes producido por el maravilloso último modelo de móvil; se ha escrito mucho sobre ellos; en las mujeres, con esos bolsos grandes capaces de transportar casi todo, el aparato suena y suena, y ella no consigue dar con él; se empieza a poner nerviosa, sofocada, la mirada y la crítica de la persona que la acompaña la ponen aún más acelerada; en ocasiones, estos aparatos son motivo de discusión y también de olvido de las reglas de urbanidad. Esta revolución telefónica la comparo a la de la televisión en su momento. Usuarios incontrolados, no olvidemos que nuestro tiempo de vacaciones es para desconectar de todo y reponernos de nuestra estresada vida, casi obligada socialmente.
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No estresemos también nuestro ocio.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Lunes, 6 de septiembre de 1999