Me refiero al peligro que supone la alta velocidad que alcanzan los vehículos en la M-40, y sobre todo los camiones que tienen que descargar sus mercancías en Mercamadrid. El viernes pasado, sobre las diez de la noche, fui testigo del riesgo que supone circular por ella, y pasé momentos de gran tensión, pues los camiones de gran tonelaje se adelantan unos a otros, como si compitieran en una carrera y se mantienen más tiempo del debido en los carriles izquierdo y central, llegando a ir paralelos y dificultando el avanzar a los utilitarios normales.También vi a la Policía de Tráfico, pero no pararon a ninguno, al menos en el momento en que yo circulaba por allí. Ya que no es posible que los camiones tengan vías distintas a los coches, ruego a todos la máxima prudencia y penalizar a quienes no cumplan los límites de velocidad, pues cuando suceden los accidentes nos lamentamos todos, y la verdad es que es un milagro que no ocurran más.- .
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 24 de septiembre de 1999