¡La culpa es de los profesores! Una excusa tan mencionada y que tantos padres creen. Yo no sabría si culparles por embusteros o por poco originales, pero la cuestión es que los padres no hacen demasiado por fomentar el estudio de los hijos. Y al final, van a pedirle reclamaciones al maestro que se ha estado desgarrando la garganta, que ha aguantado insultos y desobediencia, que ha sido descaradamente ignorado mientras explicaba la tabla periódica de los elementos. Si el profesor decide imponer disciplina echando al alumno fuera de la clase, lo que conseguirá es que este último atraviese la puerta con la frente bien alta y lustrada por los aplausos de sus compañeros; si opta por el castigo corporal, no volverá a ejercer la enseñanza, y los padres le darán una paliza. Por ello decide continuar su clase sin que nadie le escuche, hasta que entrega las notas. Entonces son los padres los que le insultan y no le escuchan.Por ello, ya que le hace acarrear tanta responsabilidad, yo recomendaría a los profesores de primaria que en vez de enseñar hagan, por solidaridad, el trabajo de los padres, educar. Porque lo importante no es que sepa los verbos o las ecuaciones; lo fundamental es que sepa escuchar, que respete, que sepa comer, es decir, todos esos pequeños detalles que forman nuestra personalidad. Una vez hecho esto, enséñenle lo que ustedes quieran, y aunque no lo aprenda, por lo menos estará callado para que los demás lo hagan y se comportará como una persona decente.- . .
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 6 de octubre de 1999