Juan Carlos Garaizabal (Bilbao, 1964) pasó dos años en Londres a principios de los noventa aprendiendo a utilizar la voz. Se trataba de aprender los principios básicos de lo que ahora enseña: la terapia de expresión vocal. Consiste, básicamente, en canalizar la energía interna a través de la voz. Garaizabal imparte clases de expresión vocal en varias escuelas de teatro co y el 15 de octubre pronunciará una conferencia sobre El ideal de ocho octavas en el Teatro Barakaldo. Pregunta. ¿Qué tiene que ver su trabajo con la voz con el que realizan los foniatras?
Respuesta. Foniatras y terapeutas vocales metemos la mano en el mismo saco, que es la voz. Ellos se preocupan más del aspecto médico funcional, es decir, cuando en la laringe hay una patología. Los terapeutas de expresión vocal hacemos hincapié en el aspecto emocional que se expresa a través de la voz.
P. ¿Qué tipo de formación se necesita para hacer esto?
R. La formación se adquiere en Londres y dura dos años. Fundamentalmente, lo que se hace es trabajo de respiración, de movimiento, masaje, canto, performance...
P. ¿Para qué sirve toda esta terapia?
R. La terapia de expresión vocal utiliza un medio artístico, como la música o el drama, para dar expresión a los contenidos internos de la persona.
P. ¿Sólo es útil para gente del mundo del espectáculo?
R. Es para todo el mundo. Para todo el que tenga interés en la voz.
P. ¿Uno llega a conseguir hablar mejor?
R. ¿Qué es mejor? Si por mejor entendemos una mejor congruencia, es decir, una mayor continuidad interna y externa de lo que uno quiere expresar, sí. De tal forma que lo que dices, cómo suena y tu intención, vayan al unísono. Si estás nerviosa sonarás nerviosa, pero lo sabrás. Al formar la voz, adquieres mayor consciencia y evitas mensajes contradictorios. Te ayuda a ser coherente contigo mismo y a estar como te sientes en ese momento.
P. Está de moda la filosofía de conocerse mejor a uno mismo, de detenerse a mirar en el interior de uno.
R. Es que hay mucha necesidad ahora. Vamos demasiado hacia afuera y hay necesidad de llenar el vacío que se nos queda dentro.
P. ¿Bilbao es permeable a nuevas enseñanzas como esta terapia de expresión vocal?
R. Cuando volví de Londres pensé que aquí no podría hacer nada con lo que había aprendido, pero me sorprendió lograr dos grupos de trabajo. Lo que sí es difícil es encontrar gente que se comprometa a un curso de nueve meses. A la gente le gusta tocar aquí y allá, pero superficialmente.
P. ¿Cambiando la voz se cambia la persona?
R. Sí. La voz sale de dentro de uno mismo.
P. ¿Los políticos deberían hacer terapia vocal?
R. Todo el mundo.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Miércoles, 6 de octubre de 1999