Cada vez que se celebra uno de esos partidos llamados del siglo, los servicios de seguridad del Estado se ven obligados a montar verdaderas operaciones policiales para preservar eso, la seguridad. Si en esos casos, el Ministerio del Interior avisara a los correspondientes equipos de que esos gastos se les iban a cargar en su cuenta, probablemente esos dirigentes lenguaraces se cuidarían muy mucho de caldear el ambiente antes del partido.- . .
* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 14 de octubre de 1999