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Crítica:

Todas hieren

23.02 / DramaEsp., 1997. Dir.: Pablo Llorca. Int.: Luis Miguel Cintra, Leonor Watling.Llorca pertenece a esa especie de directores con vocación de corredores de fondo. Sus películas, ésta y Jardínes colgantes, poseen el lúcido encanto de las obras construidas desde los márgenes. Libre de los focos que persiguen a los velocistas, alejado de los botafumeiros de la moda, su trabajo obedece al noble precepto de la coherencia. Todas hieren ("sólo la última mata", termina la frase que presta el título) es una historia que reflexiona sobre el paso del tiempo, la muerte, la identidad y la obsesión amorosa. En un lugar situado en ninguna parte, cuatro personajes cruzan sus destinos. Lo que deriva del encuentro sigue las reglas de un sabio trabajo de experimentación ajeno a gestos gratuitos. El director idea una estrategia envolvente que coloca al espectador ante la gravosa y placentera labor de apropiarse de un relato pleno, sinuoso y fértil; de un cuento que devuelve a la pantalla la esforzada resistencia de los corredores solitarios, de todos aquellos que tienen algo que decir.

* Este artículo apareció en la edición impresa del Jueves, 14 de octubre de 1999