Unió y Convergència atraviesan una luna de miel aparente desde que se convocaron las elecciones autonómicas catalanas. Y así continuarán hasta después de las legislativas de la próxima primavera.Los dirigentes de ambos partidos han cerrado viejas heridas y se han afanado en procurar que Jordi Pujol y la coalición nacionalista vuelvan a tomar las riendas del Gobierno catalán. No hay reivindicaciones prematuras y, como dijo ayer Duran Lleida, "todo tiene su fase y su momento". Los democristianos han aplazado hasta después de las generales su congreso de estrategia política, por lo que hasta entonces no se discute ni se pone en duda el futuro de la coalición.
Unió siempre ha trabajado el largo plazo, calculando milimétricamente cada paso que da. Por este motivo, si ahora no consigue la vicepresidencia, esperará pacientemente una oportunidad más propicia. De momento ya ha conseguido que una parte de la militancia convergente vea en Duran el sucesor nato de Jordi Pujol.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Viernes, 22 de octubre de 1999