22.00 / DramaEsp.-Fr., 1997. Dir.: Anne Fontaine. Int.: Charles Berling, Miou-Miou.Lo peor son las corrientes de aire. En una existencia con aspecto de habitación cerrada, un matrimonio soporta con estoicismo los imperativos de la vida enjuta. De repente, un intruso. En ese momento, el abismo de lo inconfesable, las miasmas de la vida, se cuelan por una ventana que nunca debió abrirse. Anne Fontaine, en la que es su tercera película, regala así una fábula del desasosiego que devuelve al patio de butacas el regusto acre del desconcierto. El espectador, como en las minuciosas estrategias elaboradas por Claude Chabrol, se ve despedido desde el justo centro de los dramas ordenados a los límites de la enfermedad, de lo terrible, del pudridero donde siempre germina la vida. Con resonancias a Teorema, de Pasolini, el resultado es un soberbio ejercicio de pulso narrativo soportado por unos actores cabales que, cosas de las malas corrientes, transforman la sonrisa en mueca helada.
* Este artículo apareció en la edición impresa del Martes, 26 de octubre de 1999